Uno de los nombres más importantes de la fotografía documental, el brasileño Sebastião Salgado, hace un tiempo afirmó que la fotografía iba a morir debido a la cantidad de smartphones que había en manos de la población y la ingente cantidad de fotografías que se tomaban con ellos. Recientemente, a sus 73 años, ha cambiado de opinión. Ya no cree que la fotografía esté en peligro y asume su equivocación, incluso asegura que la fotografía tiene un gran futuro.
No obstante, su opinión respecto a la fotografía con smartphones no es del todo positiva, ya que para él “lo que la gente saca con sus teléfonos no es fotografía, son imágenes”, dijo en una entrevista en Bangkok, añadiendo: “la fotografía es algo tangible, la tomas, la miras. Es algo similar a la memoria”. Lo cierto es que no sé hasta qué punto estarán de acuerdo aquellos fotógrafos que aprovechan las posibilidades que les dan los smartphones para sacar fotografías en esos momentos en los que no disponen de su equipo pero surge algo interesante que capturar.
La fotografía de Sebastião Salgado, casi en su totalidad en blanco y negro, destaca por intentar documentar la situación laboral de personas en países poco desarrollados o en una situación precaria. En el año 2000 sufrió varias críticas por parte de medios y pensadores que le reprochaban el excesivo esteticismo a la hora de retratar la miseria ajena, llegando a señalar que el fotógrafo comerciaba con la pobreza y la falta de recursos de los más necesitados.
En 2014, Wim Wenders, en colaboración con Juliano Ribeiro Salgado, hijo del fotógrafo, desarrolló un documental fascinante sobre la figura de Sebastião Salgado, La sal de la Tierra. Un tributo a la belleza del planeta en el que el propio hijo nos introduce el trabajo de su padre. El documental se llevó varios premios de alcance internacional.
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