Lo primero a tener claro cuando hablamos de una producción audiovisual es que esta tiene varias fases que hay que respetar para que el resultado final sea satisfactorio. La primera, como te puedes imaginar, es la de preproducción. En esta se idea el proyecto audiovisual a llevar a cabo. Tras madurar la idea, se desarrolla un guión y un storyboard. Es la fase previa a la producción propiamente dicha, donde tenemos por ejemplo que elegir dónde vamos a rodar y lo que necesitaremos en cuanto a recursos técnicos, personal, financiación, etc.
En la fase de producción, con todo lo anterior ya correctamente definido, se pasa ya a plasmar la historia en imágenes. Es el momento de la grabación en sí. Se pasa luego a la fase de post-producción, a acometer la edición del vídeo. Es cuando se procede a la corrección de color, la inclusión de efectos, a añadir los títulos de crédito, los gráficos, etc. Todo para que la producción audiovisual esté lista para su exportación. En esta fase, le daremos las características de salida del sistema en el que se vaya a distribuir. No será el mismo si el trabajo es para televisión que si se trata de un spot publicitario o de un video para YouTube.
Como ves, la preproducción es una etapa imprescindible en toda producción audiovisual. Es el momento en el que se define qué se quiere hacer y qué se necesita. Una etapa que nunca podemos eliminar de un proyecto. Para aprovechar el tiempo y saber, cuando se llega a una localización, qué hay que rodar y de qué modo. Hemos de pensar en detalles como la duración, el público al que irá dirigido el trabajo, el tono de la narración o las técnicas de grabación a emplear.
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