Aunque, la verdad es que el equipo glorioso de El Padrino es una formación de segundos platos: un Marlon Brandon venido abajo por una serie de fiascos; Al Pachino, un joven a quien el productor Robert Evans trata de “pequeño enano”.
Cuenta Francis Coppola que apenas tuvo que dirigir a estos tres actores: afirmación contradicha por las varias repeticiones a las que obligó a Al Pachino para afinar y realzar su interpretación. Pero sino de qué otra manera podía Coppola justificar que los estudios Paramont confiaran El Padrino a un realizador casi desconocido.
“El Padrino”, Brandon y el origen de la hazaña
Se dice que, antes de comenzar el rodaje de la primera parte de la trilogía de El Padrino, Coppola convocó a los actores para cenar y los sentó a la misma mesa entorno a Marlon Brandon. Este, una figura salida de Actors Studio (escuela creada por Elia Kazan en 1947), era bastante superior a todos ellos en el arte de la interpretación.
Alguna vez dijo Coppola haberse sorprendido por la metamorfosis de Brandon en la prueba de maquillaje, quien se metió pañuelos de papel en la boca para parecer un bulldog; masticaba y chapurreaba mientras practicaba la voz cascada de siciliano. La mandíbula hacia adelante, la frente arrugada, el exceso de maquillaje, hasta los accesorios, fueron espontáneos.
Coppola lanzó un gato al regazo del actor para que el animal fuera acariciado suavemente por el torbellino de movimientos de manos, ojos, boca, cuello de Brandon… El ligero rascado de la mejilla ha pasado a la historia. Entonces, Al Pachino y Robert De Niro eran invisibles para Paramount, a pesar de las insinuaciones de Coppola. Pero no faltó tiempo para que estos chicos irrumpieran en el cine y revolucionaran la interpretación actoral.
Con “El Padrino” II aumentan las expectativas
Siguiendo la estirpe directa de Brandon, De Niro interpreta a Vito Corleone de joven en El Padrino II. Copia sin llegar al mimetismo; impone su silueta delgada, astuto como un zorro tras la presa.
Pero el verdadero espectáculo lo ofrece Al Pachino. En El Padrino se muestra concentrado, con una mirada interior, oscura y profunda, que lucha únicamente por su propio destino. Las interpretaciones de Brandon y De Niro son evidentes; mientras que la de Al Pachino es coreográfica; el actor-bailarín muestra su gracia innata.
El final de la trilogía
Rodada quince años más tarde, El Padrino III ofrece una visión totalmente distinta de Al Pachino; con el pelo cano, cortado a cepillo y gafas negras. Increíblemente encorvado por el peso de los años, Al Pachino recupera la interpretación de Malon Brandon, pero en una versión menos grandilocuente, y más seca. El cuerpo de don Corleone, aquejado por la diabetes, es poseído por expresiones súbitas de violencia.
La primera apuesta de Paramont, aunque marcada por la estrechez de presupuesto, se vio más que recompensada, pasando a la lista de los clásicos del cine; mientras Coppola tenía aun delante de sí, un largo y zigzagueante camino por recorrer.
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