El movimiento Dogma significó todo un terremoto internacional en la segunda parte de la década de los 90, influyendo profundamente hasta la actualidad.Principalmente, los directores daneses Lars Von Trier y Thomas Vinterberg fueron la punta de lanza de este movimiento que, en sus propias palabras, nació para sacudir y replantear la deriva comercial y de películas de alto presupuesto que anquilosaban la cinematografía mundial. Como homenaje o referencia a la Nouvelle Vague, y en particular, al ensayo de François Truffaut Una cierta tendencia del cine francés, el movimiento Dogma 95 generó su propio manifiesto, en el que se incluía un decálogo de obligado cumplimiento para los filmes que se quisieran adscribir al mismo, recibiendo un diploma acreditativo.
El decálogo Dogma era el siguiente:
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Los rodajes deben realizarse exclusivamente en espacios naturales.
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El sonido ha de ser el real de la filmación; no se puede doblar ni añadir música en postproducción.
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La cámara no se apoyará en trípodes ni en ningún eje artificial.
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Las películas han de rodarse en color.
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La iluminación ha de ser directa. Las luces especiales no están permitidas.
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Usar efectos especiales o filtros de cualquier tipo está prohibido.
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Los hechos narrados han de ser contemporáneos.
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No se aceptan las películas de género.
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El formato final deber ser 35 mm normal (formato académico).
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El director no debe aparecer en los créditos.
Además del decálogo, se incluía una especie de juramento por parte del director que rezaba de la siguiente manera:
Juro como director renunciar a mis gustos personales. Ya no soy un artista. Juro evitar crear una obra, pues creo que el instante es más importante que el todo. Mi objetivo último es extraer la verdad de mis personajes y ambientes. Juro hacer todo esto con todos los medios a mi disposición y sacrificando para ello cualquier consideración estética o de buen gusto.
Películas como Los idiotas de Von Trier o Celebración de Vinterberg, así como Mifune de Jacobsen fueron claro ejemplo de este tipo de cine, donde el descarnado realismo visual y narrativo fue aceptado por crítica y público desde el comienzo. También se unieron al movimiento Dogma otros directores extranjeros, como la norteamericana Harmony Koryne o el argentino José Luis Marqués.
Finalmente, y en relativamente poco tiempo, los mismos fundadores del movimiento Dogma fueron aparcando e incumpliendo los mandatos del mismo, como por ejemplo Von Trier en su film Dogville, lo que originó, igual que en su inicio, un manifiesto (como carta de defunción) donde se daba por terminado en el año 2002. A pesar de esto, el movimiento Dogma sigue presente en el cine, ya que su influencia y reglas han impregnado la cinematografía actual.
El movimiento Dogma 95
Ayudante y Auxiliar de Dirección en diferentes series y proyectos audiovisuales (“Los Hombres de Paco”, “Bienvenidos al Lolita”,…). Crítico de Cine en la revista especializada “Caimán Cuadernos de Cine” y en su blog “El Chatarrero Audiovisual”. Docente de Marketing Online y Community Manager. Diplomado en CC. Empresariales por la Universidad de Salamanca, Diplomado en Cinematografía y Artes Visuales (Dirección Cinematográfica y Realización de Televisión) por la Universidad de León y Posgrado en Community Manager por la Universitat de Barcelona y la Escuela de Administración de Empresas.
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