En cuanto oímos hablar de la figura del director de cine nos viene a la mente de inmediato esa silla de rodaje con el nombre de un grande impresa en ella, o un señor con gorra y pantalones bombachos manejando un inmenso megáfono, o una imagen más actual, ese señor escondido tras un monitor y unos cascos con gesto cariacontecido. Pero el público en general, y muchas veces, los mismos estudiantes que ansían en algún momento llegar a serlo, no conocen la profunda, sufrida y compleja realidad que rodea y acompaña este bello oficio, la dirección de cine.
Y decimos que ser director de cine es un oficio porque, inicialmente, necesita de una profunda vocación por expresar cosas, transmitir sentimientos, ideas o sensaciones, traspasar lo material y ahondar en lo artístico. El trabajo de un director de cine ante un proyecto comienza con la elección del mismo (si la idea o guion no son suyos) o desde el momento de enfrentarse al folio en blanco y reflexionar sobre qué quiere hablar o qué le interesa comunicar.
¿Por qué debe comenzar su trabajo tan pronto? Porque el director de cine, dentro del engranaje del único arte colectivo que resulta ser el cinematógrafo, funciona como aceite engrasador, lubricador del resto de los individuos y oficios implicados en un proyecto audiovisual.
Todo pasará por su cabeza, y deberá ser transmitido al resto de departamentos de manera clara, concreta y concisa para llevar a buen puerto el esfuerzo invertido en una película, y, sobre todo, que la misma mantenga una unidad y coherencia que el mismo director de cine deberá mantener y coordinar. Por lo que podríamos concluir en una primera instancia que el oficio del director de cine necesita de una profunda reflexión previa, una capacidad de comunicación inmensa y precisa, y unas dotes o gustos artísticos innatos.
Pero existe otra parte más oscura de su trabajo, no tan visible, pero igual o más importante que las mencionadas anteriormente, ya que sin ella no se podrán cumplir los objetivos marcados. Todo director de cine debe tener el corazón partido entre lo artístico y lo artesano (de ahí la definición de oficio) y este último requiere de una capacidad de organización, experiencia, conocimientos y afán de perfección difíciles de encontrar en un solo individuo.
Un director de cine debe saber de fotografía e iluminación, para ir de la mano del director de fotografía y conseguir de la luz algo más que un mero hecho material. También debe tener en cuenta la composición con su operador de cámara, así como los colores o decorados junto al director de arte,…
El director de cine coordina bajo su visión personal e intransferible el trabajo compartimentado de los departamentos, uniéndolos y proyectándolos exponencialmente, de manera que el todo resulta, por su coherencia, unidad y sentido intrínseco, de un nivel de calidad superior a las partes o elementos departamentales por separado. Es, como hemos dicho, el pegamento que todo lo une, el que limpia, fija y da esplendor al trabajo de los demás miembros del equipo.
Y todo esto al mismo tiempo que cumple con los plazos y presupuestos del productor, haciéndose cargo además del trabajo específico del director de cine, eligiendo a los actores y dirigiéndolos en una idea particular e intencionada de puesta en escena. Lidia con todos (siempre con la impagable ayuda de su equipo de dirección) para mantener su idea primigenia del proyecto. Sin olvidar que, cuando el rodaje termina y comienza la postproducción, el director de cine sigue ahí, supervisando y coordinando todo el trabajo realizado hasta el momento.
Pero aquí radica una pregunta que asalta a todos los interesados en dedicarse a este maravilloso y estresante oficio: ¿un director de cine nace o se hace? Sin duda, hay determinadas condiciones innatas en un individuo (comunicación, liderazgo, empatía,…) que aun pudiéndose desarrollar, deben estar desde un principio.
Pero un buen director de cine no surge de la nada, y un profundo conocimiento técnico y artístico del medio audiovisual, junto con una sólida formación, pueden tornar lo bueno en excelente. De ahí la importancia para las personas que quieren ser director de cine de encontrar una formación acorde con sus expectativas, para lograr el objetivo de una manera mucho más rápida, eficaz y profesional. En CPA Online contamos con el Máster de Dirección de Cine y Realizador de TV que, junto a prestigiosos profesionales del sector y una propuesta formativa completa (en lo artístico y en lo técnico), allanarán el camino de las personas que piensen en formarse en el Audiovisual, y en particular en la dirección cinematográfica.
Pero no podemos, ante una inversión material y temporal como son unos estudios, cerrar las puertas a la realidad del mercado laboral, por eso en estos estudios también se engloban los del realizador de TV, una pieza clave en los proyectos televisivos. Podríamos decir que su trabajo es similar al del director de cine, pero no es así. La formas de producción en cine y TV son radicalmente diferentes, y de ahí la necesidad de que el Máster de Dirección de Cine y Realizador de TV incluya ambas figuras.
El realizador de televisión es el coordinador de todo el esfuerzo técnico departamental ante un programa de variedades en TV. Es el que coordina y organiza al equipo para que todo guarde un orden coherente y unitario, al igual que el director hace en el cine. Es un trabajo centrado mucho más en lo técnico, y donde las decisiones deben ser tomadas de manera mucho más inmediata y directa (por ejemplo, en un directo).
Pero el trabajo de realizador de TV tiene también sus peculiaridades en la ficción (series de TV), un híbrido entre la agilidad televisiva y el lenguaje cinematográfico. De ahí que en ficción existan ambas figuras, director y realizador, que debido a la velocidad de producción, reparten el trabajo de coordinación artística, dirección de actores y puesta en escena para el director y colocación de cámaras y composición de plano para el realizador, trabajando ambos en íntima relación y en aras de una mayor agilidad. Los cambios tecnológicos derivados de la revolución digital han hecho en los últimos tiempos que la ficción televisiva y el cine hayan hibridado estándares de producción, como el uso de la multicámara en el cine o un lenguaje más artístico e intencionado en la televisión.
Ayudante y Auxiliar de Dirección en diferentes series y proyectos audiovisuales (“Los Hombres de Paco”, “Bienvenidos al Lolita”,…). Crítico de Cine en la revista especializada “Caimán Cuadernos de Cine” y en su blog “El Chatarrero Audiovisual”. Docente de Marketing Online y Community Manager. Diplomado en CC. Empresariales por la Universidad de Salamanca, Diplomado en Cinematografía y Artes Visuales (Dirección Cinematográfica y Realización de Televisión) por la Universidad de León y Posgrado en Community Manager por la Universitat de Barcelona y la Escuela de Administración de Empresas.
No hay comentarios