Si buscásemos un equivalente en literatura, podríamos decir que el gran plano general es como el “érase una vez”. Este tipo de plano sirve para iniciar la historia, para presentarnos en lugar donde se va a desarrollar la acción y donde veremos sufrir, reír, amar y odiar a nuestros personajes. En teoría, un gran plano general tiene una duración larga, puesto que el espectador/a debe tener el tiempo suficiente para entender cómo es la escena donde se va a situar la historia. El género por excelencia que utiliza el gran plano general es el western.
Desde los inicios el género western demostró poseer una gran carga simbólica en la historia de los EEUU. De hecho, la epopeya del Oeste constituye -como afirma Román Gubern- la historia de un país sin historia. La biografía del Oeste comienza (para los blancos) con la expansión de los colonos por Ohio, con el transporte del ganado, la fiebre del oro, la construcción del ferrocarril, las guerras contra los indios americanos, etc. La epopeya del Oeste es la gran epopeya blanca y es casi paralela a la de los pioneros del cine, por este motivo, el western es tan tentador. Así pues, el western nace como una epopeya visual: la naturaleza como mejor decorado posible y el vaquero como figura por excelencia que se funde en esta agreste naturaleza.
Precisamente el gran plano general cumple con esta función: representar la epopeya del hombre blanco, la conquista del Oeste y el nacimiento del cine. La llegada del tren a una estación es, además de uno de los primeros films de los Lumière, un recurso muy utilizado en el western. Simboliza la llegada, ya sea del orden o la llegada de la barbarie. Por ejemplo, en El hombre que mató a Liberty Valance (1962) de John Ford, el plano general de un tren llegando es una magnifica fusión de historia del cine y nacimiento de una nación.
Otros planos generales espectaculares y que responden a la lógica narrativa del western como es el avance del ganado -y de la conquista- son los que vemos en Tierras Lejanas (1954) de Anthony Mann o en Duelo al Sol (1928) de King Vidor.
En un ejercicio de reformulación del western, el gran plano general es utilizado en el spaghetti western para mostrar un duelo final. Así lo vemos en El bueno el feo y el malo (1968) y Hasta que llegó su hora (1970), ambas de Sergio Leone.
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